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Cuando el Sexo se Corrompe

La Biblia nos dice que nos apartemos de la fornicación. Esta palabra abarca todo tipo de actividad sexual fuera del matrimonio: relaciones premaritales, adulterio, homosexualismo, así como toda clase de pecado sexual. Lo cierto es que no importa hasta dónde hayamos caído ni qué tan fea haya sido la vida que llevábamos, Dios exige que nos convirtamos de esas obras muertas con todo nuestro corazón.

Por Roberto Evans

La ciudad de Tesalónica era como cualquiera de su tiempo, una ciudad gentil entregada a la idolatría en donde abundaban la homosexualidad, la pedofilia (abuso de niños) y toda clase de depravasiones morales. Conmovidos, Pablo, Silas y Timoteo, llegaron a proclamar que Jesús era el Mesías; pero después de una serie de argucias, los fariseos armaron un motín en contra de ellos y tuvieron que huir. Preocupado por los nuevos convertidos, Pablo les envió dos epístolas acerca de la conducta, la ética y la moralidad:

"Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y gradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupisencia, como los gentiles que no conocen a Dios." (I Tesalonicenses 4: 1-5)

La palabra santificación tiene dos sentidos, en primer lugar: separarse de los demás y en segundo: purificar o limpiar. Por una parte aborda las acciones externas de la persona y por otra, la condición interna. Los fariseos eran personas aparentemente santas y religiosas, pero Jesús dijo que no eran más que "sepulcros blanqueados, llenos de huesos de corrupción".

Si el interior está en orden, el exterior también lo estará, de otra manera, el exterior jamás estará bien.

Pablo pone el dedo en un asunto muy delicado: la moralidad sexual de los tesalonisenses, "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación":

1.-Que os apartéis de fornicación.

2.- Que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor, no en pasión de concupisencia.

¿A qué se refería?

Con toda seguridad, los tesalónicos habían crecido desde niños en medio de la corrupción, la veían como cosa muy normal. Vivían en una sociedad idólatra que lejos de repudiar la inmoralidad, la toleraba como el pan de cada día. De hecho, el templo de Corinto, que estaba a unos pocos kilómetros de Tesalónica, albergaba mil prostitutas que trabajaban día y noche en rituales de índole sexual como adoración a su dios. Sin embargo llega el Evangelio, creen en Dios y se arrepienten.

Lo interesante es que a pesar de su conversión, Pablo vio necesario exortarlos. Lo primero que les dijo fue que se apartaran de la fornicación. Esta palabra abarca todo tipo de actividad sexual fuera del matrimonio: relaciones premaritales, adulterio, homosexualismo, así como toda clase de pecado sexual. Lo cierto es que no importa hasta dónde hayamos caído ni qué tan fea haya sido la vida que llevábamos, Dios exige que nos convirtamos de esas obras muertas con todo nuestro corazón.

Si bien las tentaciones siempre estarán presentes, óyelo bien, no tenemos qué caer, ¡la gracia de Dios es suficiente! Pretextos tales como: "Es que ella me sedujo", "Es que me tomó desprevenido" ¡No son más que un fútil intento para evadir la responsabilidad de nuestras acciones! José pudiera haber caído, pero su temor a Dios le hizo huir de la fornicación. Tú y yo tenemos que respetar a Dios de tal manera, que venga lo que venga, nos mantendremos en pureza y santidad, determinados a nunca jamás volver a caer en esas cosas.

"Que cada uno sepa tener su propia esposa en santidad y honor".

¿Cuántos hombres siguen adictos a la pornografía después de convertirse? Se casan pensando que así se van a librar de sus deseos malsanos. La verdad es que el matrimonio no puede curar la corrupción moral. Viven atormentados por su conciencia y se proponen cambiar una y otra vez, pero muy a su pesar, vuelven a caer irremediablemente. Son presos de una adicción nefasta y diabólica que grita en su ser y los impulsa hacia aquello que tanto detestan.

Pablo les dice a los de Tesalónica que se aparten de la fornicación, esto se refiere a las acciones, pero también dice, "que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor" y agrega: "...no en pasión de concupisencia", y más adelante, "Teniendo tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu." (II Cor. 7:1) Hay muchos varones cristianos que dan lástima por que realmente son como sepulcros blanqueados, viven tratando de sujetar sus cuerpos y mantener las apariencias, mientras que por dentro llevan un infierno de inmoralidades.

Cuando el hombre cristiano es adicto a la pornografía, se impregna de una serie de ideas, imágenes y lujuria incontrolable que da lugar a muchas repercusiones nefastas contra el matrimonio, porque mientras que Dios purifica el espíritu de la mujer, el hombre continúa hundido en lascivia. Esto hace que se produzca un choque entre el espíritu de Dios que mora en ella y el espíritu de perversión que tiene él, deteriorando paulatinamente el matrimonio.

Cuando el hombre vive absorto en la pornografía, nace en él un espíritu obscuro, egocéntrico. Deja de ver a su mujer como hija de Dios, digna de honor y santidad, y la convierte en un objeto sexual; una cosa en la que él utiliza para saciar sus instintos animales. En vez de que el sexo sea un intercambio mutuo de amor, ternura y santidad, se convierte en un ultraje de autogratificación, indolente a las necesidades y los sentimientos de la otra persona.

¿Qué pasa con la mujer?

Lejos de sentirse amada, se siente ultrajada y subajada. Su conciencia queda agredida y reacciona repudiando la relación sexual. Ninguna mujer quiere ser vista como un mero objeto sexual, como una prostituta, blanco de nuestras perversiones. Ellas anhelan ser amadas y respetadas como mujeres.

El hombre que ve materiales pornográficos y luego se acerca a su mujer queriendo escenificarlos, está violando la conciencia de su esposa. Termina por endurecerla y destruir su propio matrimonio.

¿Qué pasa con la familia?

El hombre cristiano que vive adicto a la pornografía cree que nadie se da cuenta, pero luego se siente perplejo cuando sus hijos salen con el mismo problema.

Los hijos manifiestan las perversiones que heredan de sus padres y comienzan a experimentar con sus hermanitas. Desafortunadamente, el incesto no ha desaparecido del cuerpo cristiano por culpa de nosotros los padres.

¿Qué pasó con David en la Biblia?

Le "echó el ojo" a la esposa del vecino. Una opinión muy simplista diría: "Sí, es cierto que David cayó con Betsabé, pero Dios lo perdonó". Esto es cierto, pero, ¡a qué precio! Perdió cuatro hijos, un hijo violó a su hija Tamar, otro cometió adulterio con sus concubinas a plena luz del día, todo el reino se rebeló en su contra. ¿Cómo empezó todo? Por la vista. Yo no se si él le echó ojitos a ella o ella a él, pero la cosa es que David no huyó de la tentación. De la vista pasó al corazón, y de ahí se tradujo en hechos hasta culminar en todas las tragedias que le sobrevinieron.

¿Puede el hombre cristiano ser libre de la pornografía?

La Biblia dice "confesaos vuestras ofensas y orad los unos por los otros para que seáis sanados". La mayoría de los hombres cristianos no alcanzan la libertad porque pelean la batalla a solas. Se sienten tan avergonzados se engañan creyendo poderlo vencer a solas y por eso vuelven a tropezar. Hay una dinámica que entra en acción en el momento que confesamos nuestros pecados. Quizá no la podamos entender porque es un misterio, pero sin embargo, nunca falla: Cuando confesando nuestros pecados, logramos ejercer dominio sobre el diablo.